En el tiempo en que todos éramos amigos
Reloaded
Pensar es limitar. Inteligir es excluir.
Hace mucho que es bueno pensar,
porque hace mucho que es bueno limitar y excluir.
Fernando Pessoa, Aforismos Sensacionistas
La inteligencia decimos, es el principio de la infelicidad. Da la vista en el blanco de la cosa y deja por completo de tener importancia. Estamos los poetas reunidos para hablar de conceptos excluyentes y limitados: Poesía, Mexicana, Actual. Entendemos por poesía, el ejercicio escritural que, demarcado por ciertos caracteres rítmicos produce un estado de elevada concentración anímica. Lo mexicano refiere todo aquello que ocurre en esta cierta porción de mundo y lo actual es, lo que los aquí reunidos con otros sus semejantes, produce. De esto hablaremos.
El pensamiento avanza por oposiciones, es decir, contrasta los conceptos para definir los contornos de su idea; así la primera consideración será identificar todo lo que no es poesía: ni diremos como es moda, que los géneros se han agotado, o que lo poético reside en toda actividad humana, estas dos proposiciones han sido resueltas desde hace mucho por mentes demasiado lúcidas como para hacer aquí dilatada relación de lo muy sabido. Poesía es entonces, una cierta escritura que provoca en el que escribe y en el lector, la noción de un sentimiento posible, la sensación de vivir por un momento la existencia de otro.
La nación mexicana tuvo una poesía ritual en cada una de sus regiones, desde los cantos cucapaes en el alto desierto de la California, hasta las emboscadas estelas de Palenque; apenas en el siglo pasado Ángel María Garibay y Miguel León Portilla, pusieron un poco de orden en ese pasado nuestro y creo que aun no logramos aprender algunas de sus lecciones básicas. Llamamos poesía mexicana a todo aquello que resulta publicado a partir del movimiento de Independencia, es decir, dos siglos completos, el XIX y el XX, José Pascual Buxo y José Joaquín Blanco analizaron el legado de la colonia, donde la sintaxis y los temas eran aun eminentemente latinos y donde sobresale la figura de Sor Juana y sus primeros asuntos mexicanos, me refiero a los sonetos fonéticos en Ca y en Che. Para José Emilio Pacheco, la poesía mexicana inicia con Fernández de Lizardi y más propiamente en la Academia de Letrán, con la confrontación entre dos grupos, los neoclásicos y los románticos.
Es asunto de notar, que nuestra poesía tenga apenas cuatro o cinco movimientos importantes en toda su historia, el llamado neoclasicismo, la época romántica, el modernismo, las vanguardias, la tradición de la ruptura, como la llamó Paz y esto que ahora vivimos y que no acaba por nacer verdaderamente, ni siquiera por definirse. Es tan cercana la convivencia generacional entre los poetas incluidos en la Asamblea de Zaid y nosotros que no hemos podido delimitar con claridad los rumbos y características de nuestra época.
Escribir hoy en día se ha vuelto asunto del Mercado, las tecnologías invaden nuestro entorno y nos modifican, establecen los gustos y prefijan las formas del discurso, nuestras preocupaciones primordiales consisten todavía en ser modernos o contemporáneos y no en ser originales, es preferible sumarse a la escuela de la prosa de Guadalajara o continuar el ejercicio del espectáculo lumpen del lenguaje a lo Ricardo Castillo. Creo que el problema de la poesía mexicana actual reside en el pensamiento, ya Mairena nos previno con respecto a la libre expresión de las ideas, decía el maestro de retórica y sofística, ¿para qué queremos la libre expresión de un pensamiento esclavo?
Los neoclásicos vivieron pensando que el tiempo pasado fue mejor, los románticos que la felicidad estaba fuera de este mundo, los modernistas que el placer se podía conseguir en un mismo tiempo y espacio, las vanguardias apostaron al futuro, la tradición de la ruptura participó de todos los espacios en un mismo tiempo y nosotros vivimos el tiempo y el espacio simultaneo frente a la pantalla de la computadora, mientras mantienes una conversación escrita, redactas una ponencia para el encuentro de poetas jóvenes, cargas un archivo, respondes el teléfono y tomas dos equis ámbar; creo, con el debido respeto, que no pensamos igual que nuestros más queridos poetas del siglo pasado, sin embargo estamos empeñados en hablar como ellos, decir las cosas que ellos ya tan bien dijeron, incluso a pronunciar con el mismo ritmo.
En mi experiencia, después de haber transitado con impertinente acuciosidad en las formas tradicionales de la poesía en lengua española hasta sus fuentes galaico-portuguesas, pasando por todas las formas estróficas y los versos eminentemente españoles, así como el verso libre, el versículo paralelístico y la prosa rítmica, sin dejar de confrontar toda esta tradición con otras literaturas y otras lenguas, declaro que no es objeto de la forma el que interesa a nuestro tiempo, existen formas más relevantes y cómodas para la expresión que lo poético como lo entendemos aquí, el video, la multimedia o el performance, son opciones no desdeñables del ejercicio artístico, sin embargo considero que la poesía es hasta ahora el mejor modelo, el más concentrado, el más perfecto para la expresión cabal del pensamiento alto y de los sentimientos más profundos.
Mi poesía actual camina por senderos que incluyen la perplejidad del pensamiento simultaneo, la velocidad del video digital, la desdoblada e infinita conectividad del hipervínculo, no sé, aun no lo sé, si es el camino correcto; me he propuesto intentarlo, mi invitación es busquemos relacionar este modo nuevo de sentir y de pensar con lo que escribimos. Nuestro compromiso no es con una posible forma de expresión, sino con un pensamiento que limite y excluya todo aquello que no es propio de lo que somos, ese pensamiento original encontrará sin duda su mejor manera de expresarse.
Ponencia presentada en el Encuentro de jóvenes poetas Ramón López Velarde, en la Casa del Poeta Ramón López Velarde, México DF, septiembre de 2003.
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