Foto: Pascual Borzelli
Leer la poesía de Eduardo Lizalde es quizá una de las formas más perfectas del reconocimiento de la belleza en estado puro: combinación melódica, alto y duro pensamiento crítico, emoción estilizada y cruel. No puedo recordar el momento en que por primera vez escuche dentro de mi cabeza los hirientes versos de El tigre en la casa, si sé que éstos me han acompañado en muchas circunstancias de mi vida; se los he mostrado a jóvenes y maduros alumnos de poesía por toda América Latina y, siempre, he visto en sus rostros el pasmo que la alta poesía genera en un alma sensible, poesía fraguada en la combustión de los huesos, como quería Ramón López Velarde. Este día, recordando la toma de la Bastilla, celebramos los primeros ochenta años de edad de nuestro maestro, el tigre, Eduardo Lizalde.