Monday, February 17, 2003

Embarrados de pastel y en el cuarto de la desposada.
Así terminó todo.
Así deberían terminar todas las bodas.
Ese día llegué hasta la iglesia de la fe en cristo jesús
(siempre me da miedo entrar a esos lugares donde existe una gran contención sexual
y a uno se le nota demasiado ser diferente)
todas las chicas de faldas largas y manto en la cabeza
soltaron su lujuria como perros de Acteón
y yo tuve la terrible visión poética
de montarlas en la vaca del café
mientras ellas hablaban lenguas entre espasmos
y aunque San Pablo ya previno suficientemente en los Corintios
ellos continuan su hiperglótica tradición.
Pues que llegado ahí, evalué de inmediato
la extensión del catálogo
la gorda, la otra gorda y otra más
que habían salido en el video sony digital.
Una tía Helena perdidamente amada en mi adolescencia
ahora era mayor que su madre.
La que después sería la esposa del Dj.
En fin
De pronto entre las muchas la encontré sinaloense y sabor tonicol
no me gustaba su brassiere y el niño Fer y yo nos sentamos en las bancas de las mujeres
ya para entonces la Raquel era la jefa de la Dorcas.
La miré y la puntié, así dicen los herreros, Victor Luna
pero la reyna le explicó que no le convenía, divorciado, dos hijos, un cabrón.
Yo remonté el curriculum después de la gordita
y ella se fué conmigo pastel de bodas en las piernas.
Hicimos corto viaje a las afueras del Tarín
y pasamos la noche en dulce ayuntamiento.
Dejo constancia aquí

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V Festival Internacional Poesía Granada 2009