Thursday, March 27, 2008



SALVATORE QUASIMODO

Traducción del italiano, Mario Bojórquez


RÍE LA URRACA, NEGRA EN EL NARANJO

Quizá es un signo cierto de la vida:
En torno a mí, niños con ligeros
Movimientos de cabeza danzan en un juego
De voces y cadencias a lo largo del prado
De la iglesia. Piedad de la tarde, sombra
Reavivada sopla la hierba tan verde,
¡Bellísima en el fuego de la luna!
Memoria te concede breve sueño
Ahora despiértate. He aquí rebosa el pozo
Por la primera marea. Esta es la hora:
Mas no mía, arden, remotas estatuas.
Y tu viento del sur fuerte de azahares,
Incita a la luna donde desnudos duermen
Los niños, violenta el potro su campo
Húmedo de huellas de caballos, abre
El mar, se alza la niebla de los árboles:
Ya la garza avanza sobre el agua
Y flota lento el fango entre el espino,
Ríe la urraca, negra en el naranjo.


EL ALTO VELERO

Cuando vinieron los pájaros a remover las hojas
De los árboles amargos a lo largo de mi casa
(eran ciegos volátiles nocturnos
que agujereaban sus nidos en la corteza)
yo dirigí mi frente hacia la luna,
y vi un alto velero.

A la orilla de la isla el mar era sal;
Amplia era la tierra y antigua
Conchas resplandecían clavadas al peñasco
En la rada de los manglares.

Y le dije a la amada en quien se agitaba un hijo mío,
Y llevaba por eso continuamente el mar en el alma:
“Estoy cansado de todo cuanto ahí bate
a tiempo de remo, y de la lechuza
que hace ladrar los perros
cuando es viento de luna en los carrizos.
Quiero partir, quiero dejar esta isla.”
Y ella me dijo: “Oh querido, es tarde: acostémonos”

Entonces intenté lentamente contarle
El fuerte reflejo del agua marina
Que el aire me llevaba a los ojos
Del tamaño del alto velero.


¿QUÉ QUIERES, PASTOR DEL AIRE?

Y es todavía el llamado del antiguo
Cuerno de los pastores, áspero sobre las zanjas
Blancas de la piel de las serpientes. Quizá
Del aliento de los llanos de Aguaviva,
Donde el plátano rompe conchillas
Bajo el agua entre los pies de los niños
De piel de olivo. O de la tierra que el soplo
Del viento prisionero, rompe y hace eco
En la luz que ya cae: ¿Qué quieres,
Pastor del aire? Quizá llaman los muertos.
Tú conmigo no oyes, confundida al mar
Del reverbero, atenta al grito bajo
De los pescadores que alzan las redes.


AHORA QUE AMANECE

Finita es la noche y la luna
Se deshace lenta en el sereno,
Se pone en los canales.

Así de vivo es septiembre en esta tierra
De llanura, los prados son verdes
Como en los valles del sur la primavera.
He dejado la compañía
Y recuesto el corazón entre los viejos muros
Para estar solo recordándote.

¡Cómo te sé más lejana que la luna,
Ahora que amanece
Y sobre las piedras bate el casco de los caballos!

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